Técnicas de Recuperación post-ejercicio. Estrategias de enfriamiento y calentamiento a partir de un enfoque periodizado

Thorpe, R. T. (2021). Post-exercise recovery: Cooling and heating, a periodized approach. Frontiers in Sports and Active Living, 236.

Bienvenidos una semana más a nuestro blog. Ha sido una semana muy intensa, con la masterclass de los compañeros de “Objetivo Analista” y su conferencia sobre Power BI en fútbol con el objetivo de analizar y organizar el rendimiento condicional de un equipo. A través de nuestro último congreso, tocamos todos los aspectos relacionados con la cuantificación de la carga en fútbol, y a partir de ahí esperamos haberos ayudado también con la exposición de esta herramienta en vuestra tarea diaria.

Esta semana, hemos querido escribir sobre un artículo reciente que nos habla de la recuperación post ejercicio, tras entrenamientos intensos y competición. Se acerca la fecha donde los equipos que juegan diferentes competiciones están inmersos en una congestión de partidos y requieren de una ayuda especial para afrontar con garantías la alta exigencia de los microciclos con doble partido.

Frio y calor como medio de recuperación post-ejercicio

Ya hablamos en su día, del artículo de los compañeros Altarriba et al. (2020) donde se nos detalla los medios y estrategias utilizadas por los diferentes equipos de primera división española. Con el artículo de hoy, queremos reflexionar sobre el uso de algunas de ellas, como es el uso del frío y calor como medios de recuperación, y la necesidad de periodizar correctamente su utilización por parte de nuestros jugadores en función del objetivo que tengamos dentro de su proceso de restauración.

¿Qué entendemos por fatiga y recuperación?

La fatiga puede definirse como “la incapacidad para completar una tarea que alguna vez fue realizable dentro de un marco de tiempo reciente” (Pyne y Martin, 2011; Halson, 2014) y puede tener un origen central y/o periférico. Tiempo de recuperación entre competiciones sucesivas puede ser insuficiente para permitir que los atletas se regeneren por completo, lo que lleva a la fatiga, lo que puede aumentar el riesgo de bajo rendimiento, extralimitación no funcional, lesiones y enfermedades (Dupont et al., 2010; Bengtsson et al., 2013).

La fatiga se puede compensar con la recuperación. La recuperación se considera un proceso de restauración multifactorial (p. ej., fisiológico, psicológico) relativa al tiempo y modulada por la carga externa, la respuesta individual al estrés y, a menudo, dictada por la demanda de la competición (Kellmann et al., 2018). El aumento de las demandas condicionales de la competición, en particular, los deportes de equipo (Barnes et al., 2014), que involucran alta frecuencia de partidos, ha exacerbado aún más la carga física y mental de los atletas (Ekstrand et al., 2018). Los atletas cada vez más tienen una mayor exigencia, en algunos casos, con solo 48 h de tiempo de recuperación entre competiciones.

Diferentes estrategias de recuperación en equipos de fútbol

En la investigación reciente (Altarriba-Bartes et al., 2020) encontró que todos los equipos estaban utilizando al menos una estrategia de recuperación después de los juegos; sin embargo, el rango de intervenciones utilizadas fue sustancialmente diferente entre los equipos con inmersión en agua (fría y caliente), masajes y rodillos de espuma que representaron el 74, 70 y 57% respectivamente de los equipos. A pesar de este alto uso, pocos estudios científicos han sido capaces de demostrar la eficacia de algunas de estas estrategias mejorando la recuperación en deportistas después del entrenamiento o la competición.

Existen a su vez diferentes razones para aplicar múltiples modalidades de recuperación. Una de ellas podría basarse en que los atletas ahora están expuestos a una variedad de estrategias y modelos de entrenamiento propuestos para mejorar la recuperación, en lugar de una aproximación basada en la fisiología.

A nuestro entender, y en consonancia con los autores, los atletas que realizan múltiples estrategias en lugar de una sola modalidad pueden estar dando un paso adelante; sin embargo, de una forma más crítica se requiere una fundamentación científica basada en la evidencia para poder aplicar una óptima periodización en la recuperación. Es necesaria una mejor comprensión de los sistemas fisiológicos y mecanismos de fatiga, para poder proporcionar un marco más claro en el adecuado uso de la recuperación del jugador, su rendimiento y las lesiones.

Más allá del sueño, la nutrición y la hidratación, trabajos recientes se han centrado sobre la aplicación de diversas modalidades basadas en la temperatura en un intento por acelerar la recuperación (McGorm et al., 2018; Kwiecien y McHugh, 2021).

Enfriamiento con agua para reducir la temperatura muscular

El principal objetivo del enfriamiento (agua fría) es reducir la temperatura muscular profunda, en un intento de reducir favorablemente el flujo sanguíneo y el metabolismo en el lugar del músculo afectado, en un esfuerzo por disminuir la fase de daño secundario (Merrick, 2002). Por otro lado, la evidencia científica actual indica que el calor (agua caliente) activa eventos moleculares más específicos, incluyendo cambios en la expresión genética, antiinflamatorios y efectos antioxidantes, resíntesis de glucógeno, biogénesis mitocondrial, expresión de proteínas de choque térmico y curación celular (Hoekstra et al., 2008; McGorm et al., 2018; Nadarajah et al., 2018).

Teniendo en cuenta la evidencia existente de la posible cinética de recuperación tanto para el enfriamiento como para el calentamiento, parece que aumentar o disminuir la temperatura del tejido puede proporcionar respuestas ventajosas en diferentes puntos del continuo de la recuperación, que están asociados a daños mecánicos y fatiga metabólica.

Que sistemas multifactoriales podemos usar para la recuperación

Como aportación significativa y revolucionaria, dentro del artículo los autores nos dan una guía práctica para la mejora de los sistemas multifactoriales de recuperación. El evento que aparece como más crítico a nivel fisiológico es intentar reducir la fase de daño muscular lo más rápidamente posible, seguido del daño mecánico.

La infografía propuesta (Figura 1) puede individualizarse en función de la proporción de fatiga mecánica y metabólica; por lo que aumentar o disminuir la temperatura del tejido más allá de lo puramente debería tener un enfoque individualizado. Viéndolo desde este punto, las estrategias de periodización deberían enfocarse no solo en consolidar la recuperación a lo largo de un período de entrenamiento, sino también intentar mejorar la adaptación propuesta en el entrenamiento.

Los autores concluyen en algo muy básico, y que a veces se nos puede olvidar, y es clave: identificar los orígenes de la fatiga. A partir de los procesos de monitorización prácticos se puede recomendar una prescripción en la estrategia de recuperación (Thorpe et al., 2017). ¿Debemos realizar la misma recuperación para todos los jugadores? ¿Debemos realizar el mismo protocolo todas las semanas basado en una estrategia de periodización fija? ¿Se recuperan igual estructuras a nivel fisiológico que a nivel mecánico?

Individualización, correcta monitorización y adecuada periodización en función de los diferentes escenarios que nos encontremos, serán claves para que por un lado podamos restaurar de una forma óptima todas nuestras estructuras, y por otro lado permitir la adaptación de los estímulos de entrenamiento y competición que queramos lograr.

Seguimos avanzando, y recuperando… 😉
Fútbol Revolucionario